Todos los palos del rock, todas las garras del íncubo y todos los tentáculos del kraken. Nada de pachanga ni de sandunga, solo música existencialista y oscura, para divertirse, por supuesto... Canciones sin estribillo, largas intervenciones quirúrgicas en el tórax de la distorsión. La eternidad es el panteón nocturno que habremos de asaltar borrachos y desnudos, embanderados en el grito de los desesperados, los miserables y los poetas que alguna vez fueron las canciones, los libros y las cartas de amor...